Hoy tocaba salir con la bici.6,30 a.m. : Suena el despertador.
¡Mecachis los mengues! que diría el otro...
Intento desayunar lo suficiente para no quedarme tirado sin gasolina en medio del monte, pero no tanto como para quedarme tirado por otros motivos, por ejemplo, estomacales.
No es que a las 7,00 al cuerpo le apetezca mucha comida, pero de algo sirven los desayunos diarios obligados a la misma hora, antes de ir a currar.
Sobre las 7,15 ya estoy saliendo a la calle, ayuda bastante que ya haya salido el sol hace un rato, y que haga bueno, aunque de momento con manga larga. Ya habrá iempo de ir pelándose cual cebolla. De ir quitándose la ropa sobrante, vamos.
Desde el principio me aguanto el lanzarme a tope, más por las ganas de bici acumuladas durante la semana, que porque el cuerpo me lo pida tan temprano.
Pero una vez calentadas las rodillas, entra en funcionamiento el chip "intensidad", y rescato una frase de mi amigo David, que según la leía se me ponía la carne de gallina, porque es de esas cosas que uno siempre experimenta, pero que no sabe como expresarlas hasta que otro las dice. Y entonces las hace suyas:
"...Salgo una hora pero parece que me vaya en ello la vida, trato de quitarme todos los monos posibles de una tacada..."
Tengo intención de acordarme de esto cada vez que dude si salir o no a montar, cuando en invierno haga frío, o me haya acostado tarde. Me va a servir de inspiración, vamos.
El caso es que tiro por la cañada real segoviana hacia Navalquejigo; a través de la Urbanización Los Arroyos pillo el camino que lleva a El Escorial, y tras unos 15 kms. por allí aparezco, junto a la Iglesia de El Escorial, el de abajo, no el del monasterio, que normalmente se confunden.
Me apetecería subir a ver el monasterio, casi siempre lo tengo como visita obligada, pero es una subida bastante larga, y hoy me he comprometido a hacer bici, asi que de vuelta a Valmayor, como no hay caminos tiro por la carretera hasta el embalse, donde agarro la subida hasta la ermita de Colmenarejo, y enlazando senderos, aparezco de nuevo en Galapagar.
A veces, y si no he desayunado mucho, durante el camino me acuerdo del café con porras en el bar, una vez terminada la sesión, pero esto lo que hace precisamente es:
-Primero, que deje la bici para otro día y me vaya directo al bar.
-Segundo, que si he gastado alguna caloría o quemado algo de grasa, lo recupere con las porras.
Esta vez me digo: ¡Nooorr!, y me machaco hasta que ya no puedo más en las subidas, y tengo la suerte de que el indicador de "low fuel" aparece a las puertas de mi casa. Aún así, creo que al menos el café me lo he merecido, y recupero mientras leo el periódico. A las 10,30 de vuelta en casa.
Por hoy he cumplido. Dicen que dijo Baltasar Gracián:
"El arte de la prudencia dice: Mejor lo intenso que lo extenso.
La perfección no consiste en la cantidad sino en la calidad"